Gema es diseñadora gráfica en una empresa dedicada a la distribución. Como a todos, la pandemia ha descolocado un poco su vida, tanto en el ámbito personal como en el laboral. Desde el mes de marzo no ha vuelto a trabajar a la oficina, en la sede principal de su empresa. Todo el trabajo lo realiza desde su domicilio, y las reuniones semanales con los equipos de desarrollo de producto y marketing se realizan por videollamada. Este verano se escapó a la casa que su familia tiene en la costa un par de semanas antes de lo habitual, para acabar unos trabajos pendientes antes de sus merecidas vacaciones. Tan sólo tuvo que meter en la maleta su portátil y la tableta gráfica. Como en su empresa les permiten organizar la jornada con bastante flexibilidad, pudo compatibilizar todas sus tareas con momentos de ocio y descanso. Mismas horas de trabajo, pero a otro ritmo.
A su vuelta a la rutina, Gema recibió la felicitación de su empresa por haber logrado cerrar el proyecto antes de tiempo. Lo había hecho mejor que nunca… y es que trabajar sabiendo que durante su tiempo libre podría disfrutar de horas de sol y playa fue una motivación extra con grandes resultados.
Que emprendedores y teletrabajadores puedan desarrollar su trabajo durante un tiempo fuera de su lugar de residencia habitual o, en todo caso, lejos de su empresa, es una realidad. El de Gema es sólo un ejemplo de miles que hemos podido conocer en los últimos meses. En los últimos días hemos sabido que Tenerife se está promocionando por medio mundo como el lugar perfecto para teletrabajar. Bajo el slogan “Tenerife Work & Play”, la isla se quiere posicionar como un lugar seguro en el que todas aquellas personas que puedan teletrabajar lo hagan con todas las garantías de conectividad, económicas (por las ventajas fiscales que hay en la comunidad autonómica), climatológicas y de ocio.
Para facilitar que cualquier persona pueda vivir esta experiencia sin que afecte negativamente a su productividad, el vínculo entre empresa y empleado no debe perderse en ningún momento. Para ello, disponer de las herramientas y tecnologías adecuadas puede ser clave del éxito.
Cuando hablamos de empleados en remoto, somos conscientes de que ya no es necesario que estén delante de nosotros para saber si están disponibles o trabajando. Gracias a la tecnología, hay posibilidad de hacer un control no intrusivo de su actividad: desde el registro de entrada y salida mediante una aplicación móvil con geolocalización, a la monitorización de señales básicas en dispositivos y equipos informáticos, la medición del tráfico de correo electrónico o el uso de datos móviles, por ejemplo. Evidentemente, todas estas cuestiones no sirven como único criterio para medir la efectividad del teletrabajo, pero sí son medidas complementarias a la valoración del trabajo realizado, a la consecución de objetivos y al seguimiento de tareas y responsabilidades.
El portal del empleado HERA cuenta, desde sus inicios, con una funcionalidad para el registro de comienzo y fin de la jornada laboral, que se vio mejorado hace algo más de un año con la normativa específica en materia laboral para esta cuestión. Así, cualquier usuario de la plataforma puede utilizar esta y muchas otras funcionalidades de HERA desde su dispositivo móvil, sin importar el lugar desde el que esté desarrollando su trabajo, y con total seguridad y transparencia de cara a la empresa.
De esta manera, quienes por obligación o por decisión propia trabajan ahora lejos de la oficina, pueden demostrar niveles de rendimiento y eficacia iguales o superiores a los habituales antes de este cambio en el modelo laboral y, quién sabe, contar con la confianza de su empresa para trasladarse, al menos durante un tiempo, a Tenerife o cualquier otro “paraíso para trabajar”.